Regadera 33x41,Lienzo

950,00 €

Este óleo de carácter impresionista representa con pinceladas firmes pero algo difuminadas  la belleza en el reflejo de un artículo cotidiano y corriente como es una regadera tradicional  de metal y junto a ella unas simples margaritas.

 Tanto el objeto como la elección floral son de lo más humilde. El pintor no escoge rosas, ni orquídeas.. ni otras flores semejantes sino aquellas que tradicionalmente se consideran más modestas, presentes en cualquier campo o jardín. No es una elección baladí sino que forma un todo con ese deseo de retratar la belleza de lo más sencillo.

Tres elementos componen esta pintura. De una parte la regadera  que está maravillosamente pintada con sus reflejos y brillos  en el metal un marco de vegetación al fondo que aparece difuminado, y unas margaritas blancas  en la parte inferior derecha  competan la escena.

No hay persona alguna  en la pintura quedando de este modo la escena como una composición inorgánica y para la que utiliza una paleta de colores naturales verdes y ocres principalmente. Un circulo que se cierra sin una aparente intervención humana, sin embargo el hombre está ahí . no es la naturaleza, la lluvia o  un río quien alimenta las plantas sino  un objeto creado por el hombre. Por eso este cuadro intrínsecamente conlleva una contradicción entre su composición y su esencia.

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Este óleo de carácter impresionista representa con pinceladas firmes pero algo difuminadas  la belleza en el reflejo de un artículo cotidiano y corriente como es una regadera tradicional  de metal y junto a ella unas simples margaritas.

 Tanto el objeto como la elección floral son de lo más humilde. El pintor no escoge rosas, ni orquídeas.. ni otras flores semejantes sino aquellas que tradicionalmente se consideran más modestas, presentes en cualquier campo o jardín. No es una elección baladí sino que forma un todo con ese deseo de retratar la belleza de lo más sencillo.

Tres elementos componen esta pintura. De una parte la regadera  que está maravillosamente pintada con sus reflejos y brillos  en el metal un marco de vegetación al fondo que aparece difuminado, y unas margaritas blancas  en la parte inferior derecha  competan la escena.

No hay persona alguna  en la pintura quedando de este modo la escena como una composición inorgánica y para la que utiliza una paleta de colores naturales verdes y ocres principalmente. Un circulo que se cierra sin una aparente intervención humana, sin embargo el hombre está ahí . no es la naturaleza, la lluvia o  un río quien alimenta las plantas sino  un objeto creado por el hombre. Por eso este cuadro intrínsecamente conlleva una contradicción entre su composición y su esencia.

Este óleo de carácter impresionista representa con pinceladas firmes pero algo difuminadas  la belleza en el reflejo de un artículo cotidiano y corriente como es una regadera tradicional  de metal y junto a ella unas simples margaritas.

 Tanto el objeto como la elección floral son de lo más humilde. El pintor no escoge rosas, ni orquídeas.. ni otras flores semejantes sino aquellas que tradicionalmente se consideran más modestas, presentes en cualquier campo o jardín. No es una elección baladí sino que forma un todo con ese deseo de retratar la belleza de lo más sencillo.

Tres elementos componen esta pintura. De una parte la regadera  que está maravillosamente pintada con sus reflejos y brillos  en el metal un marco de vegetación al fondo que aparece difuminado, y unas margaritas blancas  en la parte inferior derecha  competan la escena.

No hay persona alguna  en la pintura quedando de este modo la escena como una composición inorgánica y para la que utiliza una paleta de colores naturales verdes y ocres principalmente. Un circulo que se cierra sin una aparente intervención humana, sin embargo el hombre está ahí . no es la naturaleza, la lluvia o  un río quien alimenta las plantas sino  un objeto creado por el hombre. Por eso este cuadro intrínsecamente conlleva una contradicción entre su composición y su esencia.